¡Somos logopedas!




A menudo me llegan mensajes de chic@s que tienen sus primeros casos tras terminar la carrera. En muchos casos, agobiados por no ver resultados en poco tiempo, por no saber cómo gestionar ciertas situaciones o por infravalorarse de manera devastadora. Yo que he pasado por eso e, incluso, he tenido en muchas ocasiones ganas de tirar la toalla, así que hoy os voy a hablar de esto.

En muchas ocasiones, cuando comenzamos a trabajar se nos olvida que además de ser profesionales y de tener marcados unos objetivos y unas pautas para intervenir, somos y trabajamos con personas, en mi caso la mayoría con "personitas". No estamos trabajando con máquinas, no estamos programando un ordenador, estamos tratando con personas, llenas de sentimientos, emociones y características diversas. 
Como logopedas que somos, tenemos que dar por sabido que la comunicación es mucho más que palabras, que el afecto es fundamental, crear vínculos motivadores y afectivos para que una sesión sea eficaz también debe formar parte de nuestros objetivos individuales, qué digo, ¡el primero de todos!  y que esto lleva también su tiempo. 

Además de dirigirme a otros compañeros de profesión me dirijo también a padres, incluso a pacientes. La logopedia no es como otras disciplinas, como el dentista por ejemplo: llegas, te hacen tu intervención y te vas. La logopedia es una disciplina en la que la conciencia y la participación por parte del paciente es fundamental, por eso también lo es que nosotros creemos un espacio y un vínculo donde el paciente se sienta cómodo y poder así cumplir con nuestros objetivos. ¿Por qué me dirijo a los papás también? Pues por esto mismo que os digo. Las prisas no son buenas y vivimos en una sociedad donde lo queremos todo y lo queremos ya, y no nos olvidemos.... ¡No programamos ordenadores, trabajamos con personas! Si durante las primeras sesiones tengo que tirarme la sesión entera conociendo al niño ESO TAMBIÉN ES INTERVENIR Y CUMPLIR OBJETIVOS. No penséis que estáis perdiendo el tiempo, estáis construyendo los pilares fundamentales para que la intervención sea todo un éxito.

Recuerdo que uno de los casos que más me costó, me tiré casi un mes y medio intentado que el niño viniera contento a la sesión. Poco a poco iba sintiéndose más cómodo, los papás también. Los pequeños tienen un vinculo afectivo con sus papás muy grande y que, de repente, lo dejen en manos de una persona a la que no conocen de nada, es complicado. Así que sí, llora, ¡no te agobies! porque forma parte del proceso. Eso sí, tendrás que sacar tu lado más bonito y divertido, si quieres ganarte al pequeño. Ten a mano un armamento de materiales atractivos para él y serás el logopeda más guay del momento, pero sobre todo cree en ti, esto aunque nadie nos lo explicara durante la carrera, también forma parte de nuestros objetivos.


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