CURSO 2018/2019



Como cada año, me gusta hacer un balance sobre mi curso escolar como logopeda, cosas positivas, cosas negativas y sobre todo cosas aprendidas.

Son ya 6 años los que llevo ejerciendo como logopeda, un camino que no ha sido nada fácil y que cuesta mantener la ilusión y las ganas a pulso. Cada año es un nuevo reto para mi, imagino que como para muchos de vosotros. La palabra "ESTABILIDAD" brilla por su ausencia en esta profesión y cada vez hay que liarse más veces la manta a la cabeza para perdurar en este duro camino.

Buscar un hueco dentro de la logopedia en el ámbito profesional es difícil, no vale con tener ganas, no vale con tener ilusión, no vale con que seas nueva, veterana o experta en, hay cosas que por mucho que nos cuente entender, no dependen de nosotros. Quizás alguien note que soy demasiado dura con esta profesión pero yo me desnudo escribiendo en este pequeño diario que comparto con todos vosotros.

La mejor decisión hasta ha sido ahora empezar la carrera de Educación Primaria, algo que desde muy pequeña he querido hacer. La enseñanza siempre me ha gustado, además de lo curricular, el contacto directo con los niños. Siento una especial conexión con ellos. Leo mucho acerca de metodologías distintas como Montessori, Waldorf, Pikler, etcétera. Todas ellas reúnen una cosa fundamental y es el respeto hacia el desarrollo de cada niño de forma individual, el apego y el amor hacia ellos.

En mis sesiones como logopeda pongo siempre mucho de corazón, es lo que sin duda me hace seguir adelante y más durante este año.

He comenzado a trabajar con niños muy especiales para mí, llenos de amor y con familias maravillosas, niños diagnosticados con autismo, algunos recientes y otros con más edad, pero he llorado y reído de la mano de cada uno de ellos y de sus padres y, aunque he pasado 4 meses de auténtica locura, solo puedo decir gracias por haber tenido esta oportunidad. He pisado muchos colegios, he conocido a mucha gente, algunas con más simpatía que otras, pero sobre todo me quedo con Ruth y Judit, dos personas que el destino me ha puesto en mi camino profesional y que ha hecho que sea un poquito más bonito.



Y ahora, la nueva pregunta... ¿en septiembre, qué?

Que sea lo que tenga que ser, pero si algo tengo que pedir, es que el destino me vuelva a cruzar con personas tan maravillosas como las que he podido conocer este año.



¡Que tengáis un feliz verano!

Gracias por leerme.

Marina.

Comentarios

Entradas populares